No me arriesgo a heroicidades y elijo un lugar cercano probablemente concurrido, pero en esta ocasión, y con la idea que llevaba en mente, las personas que pudieran encontrarse no serían problema para el resultado. Me dirijo al Cabo de las Huertas.
Al llegar, sin prisa, la luna ya había hecho su aparición, luna de fresa. El entorno, complicado para componer, no dio los resultados esperados. Sigo recorriendo un poco más la costa. Y encuentro un pequeño entrante donde la contaminación lumínica no debería ser tan problemática, el procesado tendrá que hacer el resto.
Después de muchas pruebas consigo llegar a un acuerdo con mi equipo, y encuentro un equilibrio entre las posibilidades de mi humilde cámara, la luz y realidad que capta mi mirada y la idea que flota en mi mente.
Y sigo experimentando. Doble exposición, buscando definir la luna eclipsada y captar la magia del momento.
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