Nada más bajar del coche miro el rosal y descubro algo que inmediatamente capta mi atención, qué escarabajo más hermoso.
Qué rabia perder una imagen así pero no es el momento adecuado para ir a buscar la cámara, aunque sé que el escarabajo incluso dormirá en la flor si no es molestado. Comienzo a darle vueltas al asunto y decido, a pesar de todo, atraparlo con lo que llevo a mano, pongo a prueba la cámara del teléfono.
El resultado, con algún mínimo ajuste, no me desagrada.
Qué distinta puede llegar a ser la mirada y apreciación de esta imagen por un jardinero, preocupado en mantener intacta la belleza de las flores, y un aficionado a guardar miradas, atento a cualquier mínimo detalle.
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